domingo, 28 de octubre de 2012

OPINIÓN : SOBRE EL MOVIMIENTO SINDICAL PERUANO




Le remito el presente, del archivo, saludando su página en fb.


Sobre el movimiento sindical peruano (II) 

Por Ramiro Quispe 


Le propusimos al c. Carlos Mejía, en las breves líneas que escribiéramos para comentar su artículo, una lucha común contra un problema común, algunas reflexiones sobre la crisis que atraviesa el movimiento sindical. No le dijimos que esta crisis se va a resolver cambiando a Patria Roja por el PCP Unidad en la conducción de la CGTP. 

Para decirlo más explícitamente. Al señalar que en el espontaneismo el movimiento espontaneo se impone sobre el factor consciente, teórico, lo que afirmamos es que los que estamos mal somos nosotros, los comunistas, los que debemos ser realmente vanguardia. 

Pero no podemos obligar a que el c. Mejía parta de lo fundamental, de lo general, incluso de lo histórico, para analizar la crisis que vive el movimiento sindical peruano hoy. Señalar cuál es la tarea central de los comunistas en el movimiento sindical no es catequesis, aunque en mucho sea también un depósito de fe. Y aunque el c. Mejía no sea un iniciado en el terreno político como reclama, a los trabajadores hay que llevarles el mensaje que un mundo mejor, sin explotados ni explotadores, es realmente posible. Salvo que hayamos dejado de lado lo estratégico para perdernos en la coyuntura o que nos hayamos dejado vencer o vacilar ante la arremetida ideológica del sistema y su modelo, ante la cual, ciertamente, muchos no tardaron en arriar banderas o hacer concesiones de principio. Pero como no es el caso lo dejamos ahí, señalando nomás que ante la necesidad de responder a “los cambios en la estructura de clases” hay que tener bien claro que cosa hay que renovar, si principios o métodos y estilos. 

Sin duda desde un “marxismo” fosilizado y entendido como dogma, no se encontrará respuestas a los nuevos problemas que se presentan en el Perú y en el mundo. El marxismo vivo, creador, la visión profundamente dialéctica que tenía Mariátegui, encontrará sin duda respuestas y soluciones. Renovación sí, pero a partir del marxismo, no para coincidir con la virulencia derechista que nos trata de “dinosaurios”, ni para hablar del “viejo discurso de la izquierda”. Vieja la pretensión de la derecha de reducirnos a una fuerza que se aferra al pasado, antihistórica, cuando es precisamente todo lo contrario. 

Nos llama el c. Carlos Mejìa a no recitar recetas como manuales. Cuando cita a Lenin y Rosa Luxemburgo entonces debemos pensar que lo hace no como verdades acabadas. Claro, sería equivocado reducir la visión del espontaneismo a una situación de crisis social o de radicalización de las masas. Hacerlo sería reducir a la propia Luxemburgo que pretendió incluso desarrollar la “Dialéctica de la Espontaneidad”. Lenin por su parte señaló claramente que “La lucha espontánea del proletariado no se convertirá en una verdadera lucha de clases hasta tanto no sea dirigida por una fuerte organización revolucionaria”. Otra vieja receta de manual, dirá el camarada. 

Nos pide pruebas, el camarada Mejía, acerca de la afirmación de los que señalamos como problemas centrales en el movimiento sindical. Una lectura de la dispersión, la fragmentación, la debilidad, la estrechez que predomina sería suficiente. Además el espontaneismo no es responsabilidad del movimiento o “las masas radicalizadas”, sino se reduce al hecho de que los comunistas en la práctica abdicamos, renunciamos a nuestro rol de vanguardia y terminamos arrastrados por el movimiento espontáneo de las masas; ya no dirigimos, ni educamos, ni organizamos, ni incorporamos a las masas a la lucha por el socialismo. 

El partido detrás del sindicato y no a la inversa, con flujo de masas o sin él. Y si por esto le resulta por asociación, confirmada su negada tesis sobre que nosotros “SOSTENEMOS” , es decir defendemos, argumentamos, que el sindicato debe ser correa de trasmisión del partido. Lo volvemos a negar. Primero, no lo “sostenemos” en ningún documento como el c. Mejía afirmó textualmente. Segundo, si se refiere a nuestra práctica –como aclara ahora-, libre es de juzgar, pero por nuestra parte mantenemos relaciones de respeto con las organizaciones a cuyo interior trabajamos, que tienen su propia estructura y eventos orgánicos, su propia composición, sus propios ejes de unidad. Lo que sucede es que nos esforzamos por ir a las masas como conductores políticos revolucionarios, consideramos como un deber educar y organizar políticamente a los trabajadores, por tanto rechazamos reducir nuestro papel a simples sindicalistas que no van más allá de la lucha económica o reivindicativa, que a fin de cuentas no traspasa los límites del sistema capitalista, por muy radical que se presente en su forma. Con esa misma actitud somos lo suficientemente comunistas para señalar también que estamos dispuestos a superar errores y a mejorar esas relaciones que expresan la forma como nos vinculamos con las masas, pues por lo demás hemos hecho pública nuestra lucha contra el sectarismo, incluido el nuestro. 

Le proponemos por ello alejar de sus premuras la posibilidad de que Patria Roja pretenda una asonada para tomar la CGTP en Noviembre, como gratuitamente nos atribuye en su artículo inicial. Para nosotros el problema de la reconstrucción, la reorientación o el viraje que tiene que dar la CGTP no pasa por un putch. Tiene que ver sí, en cambio, con reconocer sus problemas de fondo y no perderse en la coyuntura, combatir la fragmentación propiciada por el neoliberalismo y la gran masa de trabajadores informales que no están sindicalizados. La necesidad de combatir el divisionismo propiciado por la derecha y dar una lucha de principios contra toda forma de utilitarismo y pragmatismo. 

Además hace buen tiempo que hemos superado la visión, según la cual la hegemonía se conquista mediante el acceso a los cargos dirigenciales, y que se corresponde con una metodología profundamente antidemocrática que hace de las correlaciones, suplantación de delegaturas, representaciones fantasmas su práctica cotidiana. La hegemonía la conquistaremos con un trabajo sostenido en las bases, por la corrección de nuestras propuestas y actitudes, por la lealtad con los intereses concretos e históricos de los trabajadores. Lo otro, los cargos, caen por su peso. 

Ciertamente existe también la necesidad de definir la táctica del movimiento sindical pues Mejía en su primer artículo señala un desfase al culminar lo que el llama “el período de transición democrática” y la vía del diálogo que desarrolló la central, o el desfase generacional en la dirigencia sindical. Hasta las propias consecuencias de la crisis internacional. Todas propuestas como causales por Mejía, que sin embargo no podrían explicarse sin estudiar el problema en su conjunto, sin estudiar todo el contexto, liberados de posiciones a la defensiva o de prejuicios. 

La dirección que necesita el movimiento sindical peruano es una dirección que desde el marxismo, desde una visión clasista y por lo tanto abierta a lo nuevo, sea capaz de respuestas de conjunto a la crisis de conjunto y que sea por tanto capaz de abordar la coyuntura y el problema de la táctica sin perder el norte. La dirección (que no es lo mismo que el cuerpo dirigencial, recuérdese que no hay que ser correa de trasmisión) entendida como el papel de la vanguardia, en la tarea central de llevar ideología, teoría socialista a los trabajadores. 

A esta que sin duda es una tarea común, convocamos fraternalmente cuando nos atrevimos a comentar su artículo sin la finalidad de iniciar solamente un intercambio entre dos. Sí en cambio –además de precisar algunas referencias al partido en el que militamos- a intentar que se genere una discusión acerca de un tema sobre el que hay que reflexionar y estudiar mucho para no perdernos en la hojarasca.

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